Poesía
Es necesario soñar para superar el cinismo. Necesitamos de un esquema referencial, atractivo, fecundo, con fuerza, con gancho para arrastrarnos; solo así cada hombre puede considerarse una promesa, una realidad que no se destruirá con el paso de los años ni desaparecerá frente a las vueltas de la vida, los cambios, las modas.
Siempre hay espacios, pliegues y fragmentos de nosotros mismos que convienen descifrar en su verdadero significado. El centro de nuestra identidad tiene un haz y un envés, una hacia el exterior y otra que se cierra sobre sí misma, sobre la propia intimidad. Es en la intimidad donde nos encontramos con nosotros mismos. Quien vive pendiente de las apariencias, de fugaces impresiones, renuncia a su propio interior.
La fe es escucha y visión al mismo tiempo. El conocimiento asociado a la palabra es siempre personal; reconoce la voz, la acoge en libertad y la sigue con obediencia. La fe es un conocimiento que se aprende únicamente en el camino del seguimiento. La escucha ayuda a representar bien el nexo entre conocimiento y amor. A la escucha de la Palabra de Dios se une también el deseo de ver su rostro. La vista nos da la visión completa de todo el recorrido y nos permite situarnos en el gran proyecto de Dios; sin esta visión, tendríamos únicamente fragmentos aislados de un todo desconocido.
Creer es escuchar y, al mismo tiempo, ver. El papa emérito Benedicto XVI nos animaba a seguir el camino de la mirada. ”Gracias a la unión con la escucha, el hecho de ver, también forma parte del seguimiento de Jesús y la fe se presenta como el camino de la mirada, en el que los ojos se acostumbran a ver en profundidad. Así, en la mañana de Pascua, pasamos de Juan quien, aún en la oscuridad, ante el sepulcro vacío
, a María Magdalena que ve, ahora sí, a Jesús y quiere retenerlo, pero a quien se le pide que lo contemple en su camino hacia el Padre, hasta llegar a la confesión de María Magdalena delante de los discípulos: Aprender a mirar puede ser costoso, difícil.
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La poesía nos anima a escuchar y la imagen nos permite mirar en profundidad. Vivir de puertas adentro nos permite saborear, disfrutar y conocer a los que viven más cercanos a nosotros y nos permite construir nuestro propio proyecto personal desde lo más profundo de nuestro interior. No hay que temer a la soledad cuando, desde ella, podemos comprender mejor nuestra propia historia y rehacernos de nuevo. Jesús se puede ver y sentir.
Uno de los peligros que conllevan la prisa y el ruido es el cinismo. Nos volvemos pragmáticos. Conocemos el valor de todas las cosas, pero de verdad, no confiamos en ninguna. Lo que hoy se critica, mañana será defendido con pasión; lo importante es el momento, el aquí y ahora, el instante concreto que vivimos, nos apuntamos con quien gana y poco a poco, el vértigo de la fugacidad y de la urgencia nos vuelve cínicos, fríos, sarcásticos y bastante insensibles.
San Agustín comentando el pasaje de la hemorroísa del evangelio, la mujer que toca a Jesús para curarse, afirma: "tocar con el corazón: esto es creer". Ante esta mística de la nada, del todo vale, necesitamos luchar por la coherencia personal, apostando claramente por valores inmutables, positivos y por unos ideales de trascendencia que nos ayuden a descubrir toda la belleza, la nobleza y la grandeza que hay en el mundo.
La poesía y la imagen nos pueden ayudar a cultivar una fecunda vida interior, enriqueciendo el hilo argumental que nos ayuda a articular nuestra propia personalidad, en un deseo firme y permanente de búsqueda de la verdad. La luz del amor brilla cuando nos toca el corazón. Entonces comprendemos por qué, junto al ver y escuchar, la fe también es tacto. Jesús nos tocó y también hoy sigue haciéndolo. Con la fe, nosotros también podemos tocarlo. Cuando estamos configurados en Él, recibimos los ojos para verlo.
Aquí encontrarás algunas poesías cortas acompañadas de imágenes. En la sección de libros se encuentran los poemas más largos: Poema del meu Nadal, Alè de llibertat i LLengua de foc.